viernes, 15 de noviembre de 2013

“Lo peor del amor es cuando pasa, cuando al punto final de los finales, no le quedan dos puntos suspensivos.”

Joaquín Sabina sonaba en la radio. Dio un portazo y bajo las escaleras, peldaño a peldaño pensando si volvería, si volverían a verse. Cigarrillo en la boca y preguntas sin respuestas en cada una de esas caladas. Andaba deprisa, pero a la vez despacio. Hacia frío y hasta sus manos parecían decir que le echaban de menos. Ni diez minutos habían pasado. Lloraba. Ni rímel, ni carmín, ni sus propias palabras lograrían salvarla de aquel frío domingo. Siempre solía ser él quien la salvaba de los días fríos, hasta con una tarrina de helado en la mismísima Antártida. Se preguntaba como sería capaz de pasar pagina en ese mismo instante, con tantos sueños hechos pedazos y sin una sola pieza de ellos encajando. Piezas de una historia que tenía que terminar, que había terminado sin un baile de despedida. Ahora los domingos volverían a ser domingos de mierda y las cartas de los cajones irían directamente a la hoguera, y nada duele más que palabras quemándose, os lo aseguro. Palabras que subían como el humo y caían como la lluvia. Lluvia la de sus ojos empapados de recuerdos, de esos que matan por dentro, esos que quieres plasmar en las paredes de cualquier calle para que todos sepan de verdad lo que es querer y lo que duele desquererse. El punto final parecía más real que nunca y eso es lo que verdaderamente duele, lo real, lo cierto, el saber que los finales llegan y esta vez sin posdata. Y Sabina fue testigo.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Pues aquí estoy, respondió. Te preguntaras que hago, 1 de Noviembre, llamando a tu puerta, después de tantos meses. Noviembre es la respuesta.
Han pasado diez meses y justamente he elegido este día para plantarme en la puerta de tu casa, sin flores, ni bombones, ni perritos de esos que salen de cajas con lazos, pero con muchas cosas que decirte. Noviembre me ha sacado de la cama esta mañana y me ha arrastrado hacia aquí, hacia a ti. Debe ser que le he gustado, pero eso es lo de menos. Quiero que sepas que este mes me da buen rollo, pero no ese buen rollo de amigos, cervezas, fiesta, no. Ese buen rollo de ti. Creo que son miles las cosas que podemos hacer juntos, empezando por no salir de casa en una semana, o más si quieres. Podemos vivir a base de cosquillas y de películas, aunque sean de esas empalagosas que te gustan a ti. Flores, llenaremos el salón de flores, pero a cambio nada de mascotas, creo que no estoy preparado para cuidar de alguien que no seas tu. La segunda semana podemos empezar a salir, pero de casa al aeropuerto, que ese sea nuestro camino. Lo del destino el cosa tuya, me da igual ir a China, a Caracas, a Rusia, mientras que mi compañera de asiento en el avión seas tu y te duermas al menos una vez cada viaje apoyando tu cabeza en mi hombro, mientras yo leo folletos sobre la ciudad que visitaremos y pongo cara de interesante a las azafatas. Podemos hacer miles de fotografías en cada uno de estos lugares, empapelar la casa entera con ellas y observarlas cada mañana mientras desayunas y a mi se me queman las tostadas, nada nuevo. Tengo una lista interminable de cosas que quiero hacer a tu lado, probablemente nunca termine de escribirla, y bueno... simplemente estoy hoy aquí porque me he levantado pensado que debe ser bonito quemar un calendario y hacer que empiece ahora mismo el resto de nuestros días. Me gusta noviembre.